13 de enero del 2009
Cada inicio de temporada es usual que los goleadores extranjeros aticen el mercado de fichajes del fútbol costarricense. Históricamente, la mirada de los directivos ha estado puesta en Suramérica. Brasil, Argentina y Uruguay han sido la fuente principal a la que muchos equipos nacionales han recurrido para saciar su sed de goles, aunque también han venido atacantes de orígenes algo exóticos: Eslovaquia, Francia, Dinamarca, Congo…
Historias hay de todos los tipos, desde delanteros que a punta de goles se quedaron en el recuerdo de los aficionados, hasta los que fueron anunciados con un currículo de lujo y resultaron ser un fiasco para el olvido. Entre ellos, destaca la historia de un artillero que tenía todo listo para llegar al país, pero un terremoto echó por el suelo su contratación.
En los primeros días del 2009, Liga Deportiva Alajuelense se esforzó para encontrar a un delantero de calibre para el Torneo de Verano que estaba por empezar. Tras el fallido fichaje del peruano Paul Cominges, porque cobraba el doble de lo que ofrecían los rojinegros, el equipo dirigido por el argentino Marcelo Hugo Herrera, puso la mirada en el delantero paraguayo Eugenio Peralta Cabrera, un goleador de 30 años.
El guaraní registraba 66 goles en los 201 partidos disputados en disputó en Argentina, Perú y Colombia. Las negociaciones avanzaron a buen ritmo y el lunes 13 de enero, Peralta se presentaría en el estadio Alejandro Morera Soto para firmar el contrato que lo ligaría al club erizo por los siguientes seis meses.
Sin embargo, la naturaleza tenía otros planes. El 8 de enero, cinco días antes de que el ariete suramericano abordara el vuelo a Costa Rica, un terremoto de 6,2 grados azotó el país causando 18 víctimas mortales y millones de colones en pérdidas. El epicentro de aquel fatídico sismo estuvo en las montañas de Alajuela, bastante cerca de la que sería la nueva casa de Peralta.
La noticia llegó a oídos del paraguayo y removió dolorosos recuerdos que lo motivaron a enviar un sentido correo electrónico a la directiva manuda.
«Cuando jugaba en Perú vivimos una situación difícil y mi esposa quedó afectada, por esta razón, le preocupa que vaya para Costa Rica», escribió el jugador. Se refería al terremoto que azotó Perú en agosto del 2007 y que dejó más de 500 muertos y numerosos destrozos.
Por esas fechas, Peralta tenía algunos meses de jugar para el Club Cienciano del Cusco, subcampeón del fútbol peruano en el que había cumplido un papel destacado, pero que también dejaría para irse a jugar a Colombia… espantado quizá por aquel terremoto.