ARLINGTON, TEXAS (EE.UU.) – De la mano de Clint Dempsey, Estados Unidos consiguió un nuevo boleto a la final de la Copa Oro y mandó a casa a una Costa Rica que, aunque mejoró su papel, se quedó sin armas para escribir una historia diferente en un torneo que no parece destinado a ganar.
El susto que recibió apenas a los 10 segundos de juego bastó para que la Sele comprendiera la relevancia del partido. El remate de Jordan Morris en el poste hizo olvidar por completo los famosos 15 minutos de estudio, para concentrarse en el dibujo táctico de Óscar Ramírez.
Los cinco hombres en el fondo, dos contenciones y solo un atacante eran muestra suficiente de que se vendría un duelo de dientes apretados y marcador escaso.
Y así fue durante la primera mitad. Costa Rica cedió el dominio del balón, pero supo cerrar filas en la zaga y no pasó más sustos hasta el descanso. Incluso se acercó al gol, tras un chispazo de Bryan Ruiz que dejó a Marco Ureña cara a cara con Tim Howard, pero el remate del tico quedó en la pierna del arquero.
La dinámica cambió poco en el arranque de la segunda mitad. Al menos un par de veces, Estados Unidos obligó la aparición de una mano salvadora de Patrick Pemberton, y Costa Rica respondió con un cabezazo que Giancarlo González no supo dirigir a la red.
Sin embargo, al 67′, Bruce Arena se sacó de la manga la carta que cambiaría la historia de una semifinal destinada a los penales.
El ingreso de una figura de peso como Clint Dempsey inclinó por completo por la balanza. Eso a pesar de que, al 70′, Ureña volvió a estar de cara al gol y, una vez más, dejó al alcance del portero un remate inofensivo.
La respuesta de Dempsey fue inmedianta. Tejió una gran jugada desde la mitad del campo y sirvió un pase aún mejor para Jozzy Altidore. El ariete hizo lo que Ureña no supo hacer: un toque preciso de izquierda que volvió inútil la desesperada salida de Pemberton.
Diez minutos después, Dempsey apareció de nuevo para sepultar la ilusión tricolor. De un tiro libre en el vértice derecho del área, sacó una remate cargado de astucia que se filtró por un lado de la barrera hasta el fondo de la red.
Ahí se dictó sentencia. Ramírez rebuscó en el banquillo algún arma ofensiva, pero no pudo más que apelar a dos contenciones para adelantar filas. El resultado era de esperar. Estados Unidos supo cuidar lo suyo, para dejarse el boleto a una nueva final de una copa destinada para ellos.